Por Harold Pierce
Center for Health Journalism Collaborative
Un laboratorio con sede en Phoenix ha logrado imágenes detalladas del hongo que provoca la fiebre del valle, con la esperanza de comprender mejor cómo funciona.
La investigación podría arrojar luz sobre la manera en que esta enfermedad tiene una mayor incidencia en las personas de origen afro-americano, filipino o mexicano, señala Bridget Barker, profesora adjunta de Northern Arizona University y del Translational Genomics Research Institute (TGEN, por sus siglas en inglés), con sede en Phoenix.
“Nuestro sistema inmunológico debe encontrar las estructuras, encerrarlas y eliminarlas, pero nuestra hipótesis es que esto no es lo que sucede con todas las cepas. Puede haber ciertas cepas que sobreviven mejor y quizás sea por eso que las personas se vuelven tan enfermas”, afirma Barker. “El gran misterio es por qué algunas personas contraen la enfermedad mientras que a otras no les ocurre nada”.
El hongo Coccidioides immitis —o Cocci— crece en regiones áridas del suroeste de Estados Unidos. Los vientos trasladan las esporas del hongo y su inhalación provoca la fiebre del valle. Todos los años, dicha enfermedad, en ocasiones letal, infecta a miles de personas y cobra más vidas que otras enfermedades más conocidas, como el hantavirus, la tos ferina y la intoxicación por salmonella.
Barker y sus colegas en TGEN están generando nuevas imágenes 3D de conjuntos microscópicos de esporas del Cocci —conocidos como esférulas micóticas— alojadas en el tejido pulmonar de los seres humanos. Para crear las imágenes, los investigadores usan un microscopio electrónico de barrido (MEB).
Las imágenes ayudan a los investigadores a estudiar cómo ciertas cepas del hongo Cocci actúan dentro de los tejidos de las personas de diferentes orígenes étnicos, especialmente cuando las células inmunológicas intentan combatir la infección. Existen más de 500 variedades de este hongo.
“Queremos ver si todas las cepas alcanzan el mismo tamaño, responden de la misma manera a las células inmunológicas y la manera en que interactúan”, indica Barker.
Las conjuntos microscópicos a veces revientan dentro del cuerpo, señala Barker, se esparcen y causan una serie de problemas de salud.
Estructura molecular singular
“No hay otros hongos conocidos que formen estructuras como esta”, afirma Barker. “El organismo tiene una relación única con los mamíferos. El ciclo de vida es muy especializado”.
Los investigadores podrían determinar que algunas cepas son más resistentes al sistema inmunológico y sus intentos por combatirlas, agrega Barker.
“No se trata solamente del sistema inmunológico anfitrión que dictamina eso”, señala Barker. “El hongo por sí mismo hace algo que evita que nuestro sistema inmunológico lo elimine”.
Kirt Emery, experto en epidemiología del Departamento de los Servicios de Salud Pública del Condado Kern, afirma que las nuevas imágenes podrían ayudar a los investigadores a comprender mejor cómo funciona la diseminación.
“Identificar los factores de riesgo que provocan la diseminación nos ayudará a entender por qué ocurre, además de ser útil para poder crear vacunas y medicamentos mejores y con el tiempo trabajar en la prevención”, señala Emery. “Esto podría ser una pieza del rompecabezas”.