En una nación sedentaria
For many Mexican immigrants living in New York, working multiple jobs leaves little time for regular exercise. In addition, a heavy reliance on public transportation and a lack of rural areas means that physical activity is virtually nonexistent. Health experts cite this sedentary lifestyle as an emerging gateway to diabetes, especially among immigrants.
Nueva York — Gerardo Cuapio nos recibe en su casa mientras observa un partido de fútbol entre Brasil y Argentina. Al igual que para muchos mexicanos, éste es su deporte favorito. El hombre de 39 años solía jugarlo los fines de semana cuando vivía en Ciudad de México. Hoy es otra la historia.
Desde que llegó a Estados Unidos hace 16 años, el inmigrante mexicano no ha hecho más que trabajar. Sus largas jornadas como cocinero en un restaurante de comida italiana en Manhattan (NY), no le dejan tiempo para el ocio, mucho menos para ejercitarse.
"En México todas las mañanas corría tres kilómetros y los fines de semana subía un cerro y jugaba fútbol. Pero cuando llegas acá es diferente; todo cambia", comenta Cuapio que hace 5 años le diagnosticaron diabetes tipo 2.
"Allá (México) tenía un horario normal de 9 de la mañana a 5 de la tarde. Comía a mis horas, podía descansar y tenía tiempo para hacer deportes. Pero aquí a veces entro al trabajo a las 9 de la mañana y no salgo hasta las 11 de la noche", explica el hombre que vive en Nueva York.
Su caso es muy común. Estudios han demostrado que a la mayoría de los trabajadores inmigrantes que vienen a Nueva York, y otras ciudades de EE.UU., se les hace muy difícil hacer ejercicios o mantenerse activos.
"Estas personas trabajan mucho y no tienen tantas horas de ocio como tenían antes, como para reunirse con los amigos en el parque. Muchos trabajan hasta doce o trece horas al día", explica Lorena Drago, educadora de diabetes en el hospital Lincoln de El Bronx (NY).
Drago, que es voluntaria de la Asociación Americana de la Diabetes (ADA, en inglés), asegura que a la falta de tiempo se le suma los bajos ingresos.
Expertos indican que debido a las barreras culturales y la pobreza en que viven muchos, los latinos no tienen acceso adecuado a lugares deportivos y recreativos como gimnasios. También influye la falta de parques y áreas verdes seguras en vecindarios donde viven las minorías. Por esta razón, pueden estar en mayor riesgo de ser sedentarios.
En una encuesta realizada por el Departamento de Salud de Nueva York (NYCDOH), cuando se les preguntó a las personas si habían realizado ejercicios en el mes pasado, el 41% de los hispanos respondió "no", siendo el grupo más sedentario en comparación con los afroamericanos (31%), los blancos (34%) y los asiáticos (22%).
Por otra parte, el reporte "Diabetes en la Ciudad de Nueva York. Carga Pública y Disparidades" (2007), indica que los inmigrantes adultos no realizan la cantidad de ejercicios recomendada: 30 minutos por día, 5 o más días por semana. Además, un gran porcentaje reporta que no camina o monta bicicleta por lo menos diez cuadras mientras va de la casa al trabajo o viceversa, o al realizar diligencias.
Diferentes análisis, incluyendo algunos realizados por el Consulado de México en Nueva York, han llegado a la conclusión de que muchos inmigrantes mexicanos, especialmente lo que vienen procedentes de áreas rurales, realizaban más actividades físicas durante el día, porque caminaban más, no dependían del transporte público o trabajaban en el campo. Es decir, eran más activos en sus rutinas diarias, pero todo eso cambia cuando llegan a EE.UU. y se asimilan a su estilo de vida.
"Si son inmigrantes de zonas rurales, el impacto que va a tener la aculturación va a ser mucho más grande que si son personas que vienen de zonas urbanas, indica el doctor Rafael Pérez-Escamilla, profesor de Ciencias de la Nutrición, Epidemiología y Salud Pública en la Universidad de Yale.
Pérez-Escamilla realizó el estudio "El Papel de la Aculturación en la Nutrición, Estilo de Vida, y la Incidencia de la diabetes tipo 2 entre los latinos", en el cual concluye que "la inactividad física es uno de los mayores factores de riesgo para la salud, incluyendo la obesidad y el desarrollo de diabetes tipo 2".
Mujeres están en alto riesgo
Datos de la Encuesta Nacional de Salud y Examen Nutricional (NHNES, en inglés), indican que las mujeres México-americanas tienen mayores niveles de inactividad física que los hombres cuando se trata del tiempo de ocio. Entre las mujeres se encontró que eran menos propensas a haber realizado ejercicios recientemente.
"Cuando los estudios separan actividad física por recreación y actividad física relacionada con el trabajo, lo que encuentran es que las mujeres hispanas gastan mucho más energías y realizan más actividades por su tipo de trabajos, pero tienen menos tiempo y energía para hacer actividad física recreativa", informa Pérez-Escamilla, que también es director del Centro para la Eliminación de Disparidades de Salud entre los Latinos, de la Universidad de Connecticut.
"Es decir, no van a un gimnasio, a correr con las amigas; no se ponen los tenis y salen a caminar, a trotar con los hijos, montar bicicleta, o ir a nadar", agrega el experto quien dice que eso se debe a que se trata en su mayor parte de mujeres trabajadoras y pobres.
Este es el caso de Silvia Luna, una mexicana de 41 años oriunda de Guerrero, que vive en el condado de Brooklyn (NY). "Yo no tengo nada de tiempo para realizar ejercicios. Llego muy cansada del trabajo diariamente a preparar comida, porque trato de cocinar todos los días para la familia", cuenta Luna, una madre de dos hijos que trabaja como empleada doméstica quien, aunque trata de alimentarse bien, reconoce que ha aumentado de peso debido a la poca actividad física que realiza.
Lo mismo ocurre con Sandra Bravo, otra mexicana que, aunque es más joven, tampoco realiza ejercicios. "No tengo tiempo para hacer absolutamente ninguna actividad física. Solamente cuando viene el verano que camino del trabajo a mi casa o viceversa, pero no hago ningún tipo de ejercicio", cuenta la inmigrante de 28 años, que se gana la vida limpiando casas.
De acuerdo con la Oficina de Salud de las Minorías (OMH, en inglés), en el 2007 el 73% de las mujeres México-americanas en EE.UU. tenía sobrepeso u obesidad en comparación con el 61.6% de las mujeres no Latinas. Esto las hace más propensas a sufrir diabetes tipo 2.
"Yo no tengo diabetes, pero sí tengo el colesterol muy alto. Mi doctora me ha dicho que tengo que tomar muchas precauciones, para no padecer de esa enfermedad", cuenta Silvia Luna que, al igual que Sandra Bravo y muchos otros mexicanos, tiene historia familiar de diabetes tipo 2. "Mi madre tenía diabetes y no podía tener una vida normal porque sufría muchas complicaciones por la enfermedad. Ella falleció porque le dieron una sobredosis de insulina que le causó un paro cardiaco".