Unemployment and mental health problems in undocumented immigrants
Thousands of immigrants who have lost their jobs are suffering all kind of mental disorders and they are not receiving any mental health care.
Ser despedido del trabajo es uno de lo eventos más traumáticos en la vida. Algunos psicólogos han dicho que perder el trabajo puede provocar el mismo nivel de estrés que un divorcio o la muerte de un ser querido.
Es un golpe a la estabilidad emocional que está trastornando la salud hasta de aquellos con nervios de acero como los inmigrantes acostumbrados a sufrir todo tipo de penurias.
Los indocumentados, como la población general que ha perdido su trabajo, está cayendo en depresión, ansiedad, insomnio, adicciones y violencia física o verbal.
Es un problema de salud pública que está siendo ignorado por las autoridades, aún cuando según especialistas, hay cosas que se pueden hacer para ayudar a esa gente sin hacer mayor gasto.
El no atender un problema mental genera graves consequencias familiares y sociales. Miles de niños están creciendo en hogares dirigidos por papás que están desesperados por no poder encontrar un trabajo. Y actividades tan sencillas como supervisar las tareas escolares quedan descuidadas.
"Te agarra la depresión y la desesperación", dijo una mujer de 52 años, oriunda de Michoacán, quien dijo haber sido despedida de su trabajo. "A las empresas no les importa si eres madre soltera y si tus hijos no tendrán comida".
Es más el desempleo ya ha cobrado vidas. Autoridades del Condado de San Diego informaron que el número de suicidios ha aumentado 17 por ciento en los últimos cinco años. En el 2004 hubo 314 suicidios, y el año pasado se registraron 366; un total de 38 eran latinos.
"Es un hecho que el desempleo y los problemas económicos están asociados con el incremento en el número de suicidios y los intentos", dijo Dianne Jacob, la presidenta de la Junta de Supervisores del Condado en mayo pasado.
Advirtió que cualquier síntoma de depresión se debería de tomar en serio y buscar ayuda profesional.
Pero esta ayuda no es accesible para los desempleados porque pierden el seguro médico y menos para los indocumentados.
Piedad Garcia, directora de servicios de salud mental para adultos en el condado, dijo que para los indocumentados no hay programas de ayuda gratis. La política del condado con esta población es ofrecer ayuda solo en caso de emergencia. Es decir, cuando el paciente debe ser remitido a un hospital psiquiátrico.
Dijo que quienes buscan servicios del condado y no tienen seguro medico privado o Medical, el seguro subsidado para los pobres que califican, se les envía a las clínicas comunitarias.
Pero ahí tampoco hay servicios gratis.
"No hay opción a menos que estén en crisis" , dijo Irma Cota, directora ejecutiva de North County Health Services, un conjunto de clínicas comunitarias en el Norte del Condado.
Dijo que la salud mental no califica como cuidado básico de la salud, y esto significa que no hay subsidio. El paciente debe pagar 75 dólares por una hora de consulta, un precio promedio en las clínicas comunitarias. En comparación, una consulta en un consultorio privada cuesta un promedio de $120 por hora.
"La gente no puede pagar", dijo Cota.
"Me siento un inútil"
Por las calles a lo largo del condado se les ve aglutinados a los desempleados esperando, inútilmente, un trabajo. Andan deprimidos, rumiando su ansiedad y sintiendo que el mundo se les vino encima sin que alguien les eche la mano.
Una decena de ellos, en Escondido, San Diego y Encinitas, fueron entrevistados. La mayoría dijeron ser indocumentados y no pudieron reclamar la ayuda económica del estado mientras encuentran otro trabajo.
"El desempleo me movió gacho el tapete", dijo José, de 35 años.
El indocumentado dijo que mantuvo un trabajo que pagaba 15 dólares por hora por siete años en la construcción. Lo perdió a principios de este año y desde entonces no encuentra otro jale.
"Se me está terminando la fe que esto va a mejorar," dijo el oriundo de Veracruz, quien no dio su apellido.
Dijo que se sentía enojado consigo mismo pues ya tenía varios meses sin enviar dinero a su familia en México.
"Me está afectando mentalmente, a veces me siento un inútil."
María García, de 38 años, dijo que la habían despedido de una tienda de ropa y se sentía muy deprimida.
"A veces no tengo dinero ni para darle de comer a mis hijos", dijo la inmigrante indocumentada y residente en Poway quien no pudo contener el llanto un martes reciente que fue a un mercado en Escondido.
Otros explicaron qué hacían para escapar su situación.
"Tengo un año de desempleado y he llorado mucho. A nadie le deseo lo que yo estoy pasando", dijo Julio Garcia, 49 años, oriundo de El Salvador. "A veces me siento inútil, pero con la pisteada me olvido de la realidad".
"Somos la Cruz Verde"
Los inmigrantes no saben reconocer cuándo están sufriendo depresión u otro problema de salud mental, dijeron especialistas.
Por ejemplo, en el único grupo de Neuróticos Anónimos que hay en español en el condado no había ido, hasta principios de junio, ningún desempleado.
"No nos han llegado ese tipo de neurosis", dijo María Morales, 49 años, la coordinadora del grupo.
Dijo que en su medio ambiente "escucho a la gente bien desesperada pero no buscan ayuda".
Sin embargo, algunos sí acuden a programas de grupo de apoyo que han sido creados por las iglesias.
"Somos la Cruz Verde, aquí aterrizan todos los que traen unos broncones", dijo Miriam Niño, una psicóloga mexicana y autora de un programa de apoyo emocional denominado Dejame Ayudarte que se ofrece en iglesias cristianas.
En un martes reciente en la Iglesia Rancho Hills en el sur de San Diego, se realizó un taller en español sobre la ansiedad y el perdón donde había más de 200 mujeres.
Ahí se preguntó quiénes estaban enfrentado problemas familiares debido al desempleo y recorte de salarios. Por lo menos el 40 por ciento levantaron la mano. Otras cuantas levantaron la mano cuando se preguntó si había tensiones en la pareja y signos de violencia doméstica.
Irma Covarrubias, de 50 años, oriunda de Tijuana, dijo llorando que tenía problemas como insomnio y angustía debido al desempleo.
"Me estoy apegando mucho a Dios para que arregle las cosas", dijo Covarrubias, residente de National City.
Los amigos pueden ayudar.
Sergio Aguilar-Gaxiola, un médico mexicano y profesor de medicina interna en la Universidad de California en Davis, es director del Center for Reducing Health Disparities, localizado en Sacramento.
Dijo que las estrategias personales sí ayudan.
El es el autor de un estudio que se difundió recientemente sobre la salud mental de campesinos. Se realizó en diez condados, entre ellos San Diego, y participaron más de cien campesinos y líderes.
El estudio encontró que menos de uno en 10 campesinos que necesitaban ayuda de salud mental la estaban recibiendo.
Dijo que la mayor parte tiende hacer cosas por sí mismos, como rezar y hablar con lo amigos.o tomar alcohol para olvidarse de las penas.
El médico dijo que hablar del problema ayuda a sanar.
Dijo que el éxito de los tratamientos hablados no se debe a un método específico sino a que el paciente tenga una persona que escuche, que entienda el problema y que no juzgue.
"En esa categoría están los amigos que saben escuchar, hasta los que cortan el pelo y los que trabajan en los bares."
Pero advirtió que hay casos más serios que requieren ayuda profesional.