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Los días antes de que Jocelyn Rojo, de 11 años, atentara contra su vida los arrestos y deportaciones de ICE eran el tema de conversación en su escuela en Gainesville. 

Habían pasado 10 días desde que el Presidente Donald Trump asumió su segundo mandato con la consigna de deportar a 11 millones de inmigrantes indocumentados. 

Esa semana, del 26 de enero al 1 de febrero, la palabra deportación (en español) y deportation (en inglés) tuvo su pico máximo de búsquedas en Google en los últimos 12 meses, según data de Google Trends.

El 3 de febrero, Jocelyn Rojo fue hallada inconsciente en lo que se determinó como un intento de quitarse la vida*. Fue llevada al Hospital Medical City de Dallas, donde estuvo en coma por 5 días y falleció. 

¿Quién escuchó a Jocelyn? Unos cinco meses antes Jocelyn estuvo en un grupo especial para hablar de sus emociones dentro de la consejería escolar, informó el Distrito Escolar de Gainesville en un comunicado 18 días después de la muerte de la niña.  A ocho meses después de la muerte de Jocelyn buscamos a su mamá, Marbella Carranza para saber si había un avance en la investigación del caso de Jocelyn. Ella tomó nuestra llamada, pero su decisión fue no dar más entrevistas sobre la muerte de su hija.

A 73 millas al norte de Dallas está la pequeña ciudad de Gainesville, Texas. Su distrito escolar, Gainesville ISD, tiene aproximadamente 3,000 estudiantes, desde los 3 hasta los 18 años. Solo tienen 11 consejeros escolares, es decir un consejero por cada 272 alumnos. 

La Asociación Nacional de Consejeros recomienda que las escuelas tengan un consejero por cada 250 estudiantesLos consejeros escolares están encargados principalmente de orientar académicamente a los jóvenes, pero también tienen la función de dar apoyo emocional general para el desarrollo personal y social de los estudiantes.

En los últimos cinco años, se han planteado tres proyectos de ley en Texas referentes a bajar las cargas de trabajo de los consejeros escolares para que atiendan mejor a más estudiantes, pero la mayoría de estas propuestas han quedado en el olvido. Lo mismo pasó con los proyectos de ley referentes a hacer más accesible la licencia de psicología escolar en Texas. 

En el caso de Gainesville ISD, ninguno de los 11 consejeros escolares habla español y solo dos trabajadoras sociales son bilingües, confirmaron a Univision DFW

Adicional a atender a los estudiantes para que mejoren su rendimiento académico o su desenvolvimiento en la escuela, los consejeros bilingües se han vuelto esenciales en este contexto de inmigración, coinciden psicólogos y terapeutas del norte de Texas. 

**Se eligieron esos distritos escolares al ser los más grandes del norte de Texas y que más del 50% de sus estudiantes matriculados son hispanos.

La psicóloga Jessica Gómez, directora ejecutiva de Momentous Institute, comenta que muchos jóvenes que llegan a su consultorio están afectados por la forma en la que se habla de inmigración. 

Simplemente por la forma en que se está hablando de los latinos y los hispanos, está creando un miedo en nuestros jóvenes. Estoy escuchando mucho decir: ‘¿Qué si yo pongo mi familia en riesgo?’ ‘¿qué si voy a la escuela y pongo a mis padres en riesgo?’

Jessica Gómez, directora ejecutiva de Momentous Institute

Fort Worth ISD es el distrito escolar que tiene más escuelas con pocos consejeros escolares. Estas escuelas en su mayoría tienen estudiantes hispanos o afroamericanos. Aunque sean 250 estudiantes por consejero escolar se trata de una carga de trabajo enorme, considera Marcela Rodríguez, psicoterapeuta de Therapy Works.

“Un tiempo completo para una terapeuta son entre 20 y 25 sesiones a la semana. Hablamos de 25 alumnos a los que necesitas dar seguimiento constante”, calcula, “Pero atender a 400 o incluso 75 estudiantes es imposible para una sola terapeuta si se quiere hacer un buen trabajo”.

La crisis de psicólogos escolares en Texas 

Si los consejeros escolares no se dan abasto con la cantidad de estudiantes por atender, ¿Qué hay de los psicólogos escolares? 

La realidad es que en el norte de Texas un psicólogo escolar podría estar atendiendo no sólo una, sino varias escuelas a la vez, nos dice Carmen Needham, representante de la área cuatro de la Asociación de Psicólogos Escolares en Texas.

Se recomienda un psicólogo escolar por cada 500 estudiantes. En Texas estamos viendo números de un psicólogo escolar por 2,500 a 3,000 estudiantes.

Carmen Needham, representante de la área cuatro de la Asociación de Psicólogos Escolares en Texas

¿Por qué es tan difícil contratar psicólogos escolares? La lista de razones es larga, comparte Needham.

“No muchos saben de que existimos en las escuelas, así es de que cuando pasan leyes no exactamente lo hacen con nosotros en mente”, refiere Needham. De esta necesidad surgió la Asociación de Psicólogos Escolares de Texas. 

Esto afecta, por ejemplo, en la administración del presupuesto de los distritos escolares, ya que muchos optan por no contratar psicólogos escolares a falta de recursos.

“Las limitaciones presupuestarias en los distritos y los recortes recientes de los programas federales de financiamiento también han frenado los avances”, añade Needham, “Igual la carga laboral es pesada y emocionalmente demandante y eso contribuye con el desgaste profesional y la rotación del personal”. 

Si las escuelas llegan a tener más consejeros o psicólogos para sus alumnos, ¿Quién entendería los contextos de estudiantes como Jocelyn? ¿Quién comprendería los problemas de las familias de estatus mixto? ¿Quién podría entender a los que solo hablan español?

Es complejo, pues en estos distritos escolares de mayoría hispana son pocos los consejeros bilingües, que hablan español o que entiendan los contextos de las familias inmigrantes o de estatus mixto.

En los últimos cinco años, los legisladores texanos han promovido tres proyectos de ley referentes a la carga de trabajo de los consejeros escolares. 

De estos tres proyectos, sólo uno fue aprobado. Es el proyecto de ley SB 179 que obliga a los consejeros escolares a que dediquen el 80% de su trabajo a tareas como asesoramiento académico, planificación profesional y universitaria, servicios de respuesta, apoyo a la salud mental y el desarrollo personal y social de los estudiantes. Es decir, tratan de reducir el tiempo que ellos dedican a la administración de evaluaciones. 

Lo mismo pasa con los proyectos de ley referentes a los psicólogos escolares. En los últimos cinco años hubo proyectos de ley para que otros especialistas como terapeutas, trabajadores sociales y docentes logren la certificación como psicólogos escolares y así atender a más estudiantes, pero estas propuestas no progresaron.

Carmen Needham, representante del área cuatro de la Asociación de Psicólogos Escolares en Texas, refiere que no hay suficientes estímulos como bonos para que especialistas busquen tramitar su licencia de psicólogo escolar o incluso por atender a estudiantes en otros idiomas. 

¿Quién documenta lo que se habla con los consejeros escolares? 

Las escuelas suelen llevar un registro de peleas, casos de acoso y otros incidentes de conducta. Lo que a veces no documentan qué pasa antes y después: si esos estudiantes habían pedido ayuda emocional o si, tras el conflicto, fueron canalizados a algún tipo de apoyo.

La Agencia de Educación de Texas (TEA), que supervisa la educación primaria y secundaria, tiene un grupo Task Force enfocado en Salud Mental. Este grupo ha pedido en varios informes que los distritos escolares lleven un control de citas de consejeros con estudiantes. 

Esto lo han pedido desglosado por edad, grupo étnico, raza, situación de desventaja económica y educación especial, según el último reporte The Collaborative Task Force on Public School Mental Health Services. 

Pero no todos los distritos escolares lo recopilan. Para esta investigación, UNIVISION DFW envió un total de 30 open records a Arlington ISD, Carrollton-Farmers Branch ISD, Dallas ISD, Garland ISD, Grand Prairie ISD, Irving ISD, Fort Worth ISD y Mesquite ISD pidiendo información sobre sus consejeros escolares, ratios, estudiantes y atenciones o citas desagregados por etnicidad. 

De los 30 open records, 8 fueron para pedir a los distritos escolares mencionados las bases de datos de las intervenciones que han hecho sus consejeros. No se pidió información personal, ni confidencial de lo que se habló en las charlas. Solo los distritos de Dallas, Fort Worth e Irving tenían desglosada y detallada esta información. Los demás la tenían parcial y otros aceptaron que no la recopilan constantemente.

En el reporte de la TEA se reconoce que las escuelas no comparten de forma regular la información sobre las citas o intervenciones sobre salud mental de sus estudiantes. Eso impide saber cómo terminan esas sesiones, si el alumno fue referido a otro servicio y si los padres estaban informados o aceptaron la ayuda.

A 60 millas al norte de Dallas, en la comunidad de Sherman, Heidy Juárez se reúne con otras 120 mujeres en un retiro católico centrado en el bienestar y la salud mental.

Ese día, el pronóstico de tormenta severa no detuvo a Juárez de llegar al templo en busca de un momento de alivio.

Juárez es madre de cuatro hijos, trabaja y vive en Anna, Texas. De sus cuatro hijos, tres están en edad escolar y viven con ella en Estados Unidos. En los últimos tiempos, siente que las escuelas ya no ofrecen un entorno seguro para sus hijos.

“Es muy difícil para uno estar trabajando y pensando en cómo están tus hijos. Aunque estén en un lugar seguro, ahorita por todo lo que está pasando no lo es”, dice Juárez, originaria de la Ciudad de México y residente de Anna, al norte de Dallas.

Los últimos meses han sido especialmente duros, pues su hija mayor, de 14 años, que estudia en la preparatoria, no habla inglés y eso la ha aislado. En la escuela, aunque la mayoría de los estudiantes son hispanos, la mayoría de los maestros no hablan español. 

Yo sí siento que son un poco que los maestros sí tienen - algunos no todos - un rechazo hacia los hispanos. Los poquitos (maestros) que hablan español se ponen en que ella tiene que hablar el idioma y es frustrante para ella también y no quiere ir a la escuela por esta razón.

Heidy Juárez, mamá mexicana residente de Anna, Texas

Tampoco había una psicóloga escolar bilingüe asignada a su preparatoria, por lo que tuvo que ser referida con otra especialista en la primaria del distrito escolar de Anna.

Juárez dice que su hija “pasó por una situación grave” que la llevó a buscar ayuda psicológica fuera de la escuela, pues sintió que dentro de esta no era escuchada. 

A pesar de que más de la mitad de estudiantes son hispanos en algunos distritos escolares del norte de Texas, los consejeros que hablan español no llegan ni a la tercera parte, según datos obtenidos por solicitudes de información y respuestas directas de los distritos.

Esto evidencia una disparidad en la atención psicológica para los estudiantes hispanos. En Texas, el 92% de los psicólogos licenciados solo hablan inglés, dice la Asociación Nacional de Psicólogos Escolares. 

Onia Sánchez es una mamá cubana de Grand Prairie que pasa por lo mismo: su hija no quiere ir a la escuela. Las mañanas son de angustia, pues la adolescente, recién llegada de Cuba, no quiere ir a un salón donde no entiende lo que le dicen.

Se siente frustrada, triste, llora mucho, no quiere ir a la escuela. Nosotros somos de Cuba y entonces me siento también mal con ella cuando no quiere ir a la escuela porque no sabe el idioma y para mí es difícil verla a ella así sufriendo porque es triste. 

Onia Sánchez, mamá cubana recién llegada al norte de Texas

En ambas familias ven el inglés como un idioma básico para vivir en Estados Unidos, no se oponen a que sus hijas lo aprendan, solo piden ayuda en español, su idioma nativo. 

Las emociones deben ser habladas en el idioma en que se sienten

En las escuelas del Metroplex, los estudiantes hispanos que tienen como primera lengua el español, sienten en su idioma natal, pero deben hacer un esfuerzo por traducir sus emociones al inglés. 

Un estudio publicado en 2025 en Psychiatry Research titulado “Speaking the Self: How Native-Language Psychotherapy Enhances Refugee Mental Health” refiere que la terapia en el idioma nativo hace que los pacientes puedan expresarse mejor. Además, crea conexiones más profundas y auténticas con sus vivencias o emociones, lo que facilita su proceso terapéutico y sanación. 

Cuando nuestro lenguaje natal es, por ejemplo, el español, yo no puedo estar comunicándome a través de emociones tan fuertes y aparte traducirlas al inglés. Ahí se pierde muchísimo.

Marcela Rodríguez, psicóloga de Therapy Works

El que existan pocos consejeros bilingües en distritos escolares de mayoría hispana son un reflejo de lo que pasa en Texas. En Texas el 28% de la población habla español en casa, según datos del Censo y apenas el 5.5% de los psicólogos con licencia dan servicios en español en todo Estados Unidos, de acuerdo con la American Psychological Association.

Pero no basta con hablar español. La conexión terapéutica requiere entender también la cultura, es decir las dinámicas de las familias hispanas, el dolor que carga una familia inmigrante, los recuerdos de su niñez o de su país natal, explican especialistas.

“Necesitan tener, no solamente un doctor o terapista que entienda el idioma o que lo sepa navegar emocionalmente, que sepa la cultura de esa persona. Y no solamente en general, porque dentro de los latinos hay muchas diferencias seas del norte, sur o centro”, dice Jessica Gómez, directora ejecutiva de Momentous Institute.

La falta de acceso a la salud se acentúa en Dallas y Tarrant, dos de los cinco condados más poblados de Texas y con menor cobertura médica, según datos del Censo 2020. 

Las familias inmigrantes enfrentan más barreras para acceder a la salud mental; tan solo en Texas, el 63% de los hispanos no tiene un seguro médico. Otra causa es el tabú o estigma de hablar de emociones.

Las psicólogas insisten en que toda la familia reciba la atención. Esto porque muchas familias cargan con heridas que vienen desde antes de llegar a Estados Unidos: la separación familiar y el dolor de dejar atrás su país natal.

En mayo pasado, afuera de la corte de inmigración de San Antonio, Érica Quiroz, de Honduras, lloraba mientras era arrestada por agentes federales. Su hijo, un niño de 8 años, le decía: “Tranquila… ¡mamá, tranquila!”, mientras la abrazaba. 

El miedo de vivir lo mismo que Quiroz y su hijo está llenando los consultorios de psicólogas privadas en Texas.

“Las conversaciones que estamos teniendo ahora definitivamente están más enfocadas en la migración, el miedo y lo que está pasando políticamente”, dice Nury Márquez, terapeuta clínica y trabajadora social en Papalotl Therapy. Este es un consultorio atendido principalmente por psicólogas hispanas e inmigrantes en Oak Cliff. 

Lo mismo ve Jessica Gómez, directora ejecutiva de Momentous Institute, en su consultorio:

No están llevando a sus hijos a la escuela por miedo, no están yendo al supermercado, no están llenando sus tanques de gasolina, por miedo a que alguien los vaya a agarrar o confundir con un criminal como se está hablando y eso es un poco el problema aquí. Ese miedo se está sintiendo mucho en las personas, sean inmigrantes o no

Jessica Gómez, directora ejecutiva de Momentous Institute

Aunque no estén ellos en riesgo de deportación, las acciones que ven contra la comunidad hispana y con quienes se identifican les impacta a las familias, coinciden las terapeutas. 

Algunos pacientes están viviendo más ansiedad o estrés por el endurecimiento de las políticas migratorias, pero las familias desde que llegan a Estados Unidos tienen un trauma constante: La separación. 

El trauma de la separación

El trauma no distingue edades. El mismo temor que sienten los hijos al pensar en la separación familia y en el rechazo en el país donde pensaban vivirían mejor,  también golpea a los padres, que muchas veces cargan con la culpa de haberse visto obligados a tomar decisiones de migrar a Estados Unidos, o de mandar a los hijos a otras ciudades 

Los papás son los pilares de la casa, ¿no? Entonces, si hay algún tipo de ansiedad en los padres, los niños obviamente están sintiendo también eso

Nury Márquez, de Papaloth Therapy

Amanda Ventas, psicóloga clínica e investigadora en la Universidad de Houston, ha estudiado por años las experiencias traumáticas que marcan a las familias inmigrantes. 

En su trabajo de estudio The Physiological and Relational Bases of Persistent Posttraumatic Stress in Latino Immigrant Youth, Ventas encontró que el trauma por separación familiar afecta a niños y sus padres aunque esta sea hablada y transcurra con calma. 

“En esas separaciones sí vemos que, aunque la familia lo está planeando y lo está haciendo como una decisión familiar, todavía están asociadas con dificultades para la para los niños y para los padres con problemas de salud mental. Así que actúan como un trauma, aunque sea una decisión familiar”, dice Ventas. 

El riesgo a una deportación no es el único detonante de ansiedad en la comunidad hispana, también existe otro factor y es el de no sentirse bienvenidos en Estados Unidos. Esto afecta más a jóvenes y adolescentes, explica Ventas.

Esas imágenes y esas realidades de las de las noticias también le quitan a alguien la sensación de que son bienvenidos aquí en los Estados Unidos. No tiene que ser que esa persona sea ciudadano o que tenga una manera de convertirse en ciudadano. Solamente la sensación de ser bienvenido. 

Amanda Ventas, psicóloga clínica e investigadora en la Universidad de Houston

Debido a que tanto los padres como los hijos pueden tener el trauma de la separación y sentirse que no son bienvenidos, después de migrar, las especialistas dicen que es clave que los adultos prioricen su salud mental.

Debido a que tanto los padres como los hijos pueden tener el trauma de la separación y sentirse que no son bienvenidos, después de migrar, las especialistas dicen que es clave que los adultos prioricen su salud mental.

Cuando Patricia*, de 12 años, fue internada durante tres semanas en un hospital psiquiátrico en Mansfield, Texas, tuvo que dejar la escuela todo ese tiempo. Su madre, Nidia, recuerda que el ingreso ocurrió en octubre del año pasado, tras un fuerte episodio de depresión.

Patricia fue diagnosticada con depresión, trauma y trastorno bipolar. A los 12 años pasó varios meses medicada y después internada. Por años, ella tocó puertas para recibir atención y lo último que le aconsejaron fue internarla. 

“Hay veces que internarla en el hospital no es buena idea”, dice Nidia. “Pero no tenía otra opción”.

Nada de eso pareció ayudarla. Casi un año después, Patricia encontró un espacio de calma en la música.

Ya encontramos en la música una forma que a ella la hace sentir bien y desestresarse”, cuenta su madre. “Al parecer halló la terapia que necesitaba. No fueron los medicamentos, ni mantenerla todo el tiempo dormida.

*Los nombres de esta madre y su hija han sido modificados para conservar su anonimato. Ambas están superando un trauma relacionado a un crimen dentro de su familia.

El tiempo es clave para atender la salud mental de los niños hispanos en un contexto que ellos pueden percibir como hostil, refieren psicólogas.

Psicólogas piden a los padres no esperar a que los profesores o un consejero o psicólogo escolar resuelva esta necesidad. Les invitan a abrir conversaciones en casa y buscar apoyo en la comunidad.

“No podemos esperar a que encuentren el consejero, que hable español, para el siguiente ciclo escolar”, advierte Marcela Rodríguez, psicóloga de Therapy Works. 

Como adultos, preguntarles qué están escuchando, darles seguridad, tener conversaciones con ellos, ver qué les está dando miedo, ver cómo podemos ayudarles con ese miedo. No nada más dejarlo ahí a su interpretación y a que ellos solos lidien con todo esto, porque es mucho

Marcela Rodríguez, psicóloga de Therapy Works

Rodríguez aconseja buscar ayuda en otras instituciones, iglesias, centros comunitarios y organizaciones sin fines de lucro. Siempre habrá otras posibilidades más allá de las escuelas.

En el contexto de inmigración, Nury Márquez, terapeuta clínica en Papalotl Therapy, dice que hablar claro con los niños es vital y al igual que adaptar el lenguaje a su edad. En su consultorio, ubicado en Oak Cliff, Marquez y sus colegas enseñan terapias de relajación y manejo de ansiedad o depresión a niños y adolescentes inmigrantes.  

Aun así, el papel de las escuelas también es crucial, asegura Amanda Ventas, psicóloga clínica e investigadora en la Universidad de Houston. Ella plantea dos frentes: protección y celebración.

“En parte es en protegerlos, estar seguros que no hay discriminación en la escuelas”, dice Ventas. “Y otra parte es celebrar las culturas, celebrar las fiestas, hacer que los estudiantes sientan que no importa si su país de origen no es los Estados Unidos, que todavía ellos pertenecen a la comunidad escolar”.

Más allá de lo que ocurre en el salón de clases, la base de la salud emocional de los niños sigue estando en el hogar.

“Explicarle a los niños qué es lo que está sucediendo y lo más importante que los padres pueden hacer es asegurarse de que ellos están protegidos, están con ellos y que los quieren mucho y que, o sea, vamos a intentar todo lo posible para mantenernos juntos”, subraya Carmen Needham, representante de la Asociación de Psicólogos Escolares de Texas.