REPORTAJE: VAWA y Visa-U: alivios migratorios para sobrevivientes de violencia doméstica
This article was produced as a project for the 2021 Domestic Violence Impact Reporting Fund at USC's Annenberg Center for Health Journalism.
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(Photo by Getty Images/iStockphoto)
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Marcela Guzmán aún recuerda la primera vez que su primer esposo la golpeó en México.
Era el cumpleaños de su esposo y a él no le gustó la forma en que le sirvió la comida.
“Me llevó del cabello en frente de su familia y me golpeó”, relata la mujer de 54 años, todavía impactada por el recuerdo.
“De ahí no paró”.
Sin embargo, admite que por mucho tiempo no vio esto como abuso.
Su padre daba “cintarazos” y “bofetones” a su mama y muchas de sus amigas también vivían circunstancias similares.
“Yo sentía que si no me pegaban, no me querían”, dice Guzmán, quien se casó por primera vez a la edad de 17 años.
Después de fuertes golpizas, su esposo se aparecía con chocolates y Mariachi.
“Yo pensaba ‘creo que no es tan malo’. Lo va uno justificando”, dice.
Vivió así por cinco años hasta un día en que la corrió de su casa y tomó custodia de su primer hijo, sin permitirle verlo por varios años.
Guzmán dice que era una relación tóxica y aún cuando estaban separados, él la buscaba en busca de sexo. Se embarazó de su segundo hijo y decidió venir a Estados Unidos para encontrar paz.
Entró con una visa y se quedó cuando el permiso expiró, quedando esencialmente indocumentada. Su hijo nació en Estados Unidos.
Del abuso físico al mental
Tiempo después pensó que había encontrado un mejor compañero en su segundo esposo, quien nunca la golpeó, pero a quien describe como controlaador y una persona que la menospreciaba y la amenazaba con la deportación.
“Yo tenía que entregarle el dinero porque me decía ‘eres una estúpida. Yo puedo cuidar tu dinero’”, recuerda.
El también controlaba lo que comía, dónde salían y hasta su comportamiento.
Al principio, Guzmán atribuía este comportamiento a su cultura—él tiene descendencia del Medio Oriente—pero más tarde el control y las palabras denigrantes escalaron.
“Me decía ‘yo voy a llamar a migración’, ‘tú estás aquí por mí’”, dice Guzmán.
La Organización Nacional de Mujeres (NOW) reporta que el 65% de indocumentadas víctima de la violencia doméstica reportan algún tipo de abuso relacionado con su estatus migratorio. Además, al menos el 41% de sobrevivientes no buscan ayuda porque temen que se descubra su estatus de indocumentadas o se explote esto en los procesos legales.
“Me daba miedo que mi hijo fuera a pagar los platos rotos”, dice esta madre.
Se separaron siete años después de contraer matrimonio. Unos seis meses más tarde ella empezó a salir con otra persona y esto enojó a su esposo, quien se apareció una noche bajo la influencia de las drogas (ella cree) y amenazó con matarla, dice.Consiguió calmarlo y al día siguiente fue a la policía a reportar el incidente. Dice que la policía le dijo que no podían hacer nada porque no había un arma, ni tampoco una agresión.
Regresaba a su casa cuando su esposo empezó a seguirla y al llegar a su vivienda, él le cerró el paso con su auto. Ella, temiendo por su vida, estaba en el teléfono con una amiga, quien llamó al 9-1-1.
Por casualidad, la llamada llegó al agente policial con el que acababa de hablar y la policía se dirigió a su casa.
Mientras tanto, su esposo la sacó de su auto e intentó meterla al suyo, pero la soltó cuando vio que se acercaba la policía.
“Entré en crisis. Me di cuenta que estaba en peligro. Empecé a temblar, a vomitar”, dice Guzmán.
Tuvo una crisis nerviosa y fue admitida al hospital. Antes de darle de alta, le dijeron que debía poner una orden de restricción y que debía ir a terapia para hacerla válida.
VAWA y Visas-U
Así lo hizo y su terapeuta le ayudó a solicitar el alivio migratorio a través de la Ley de Violencia Contra la Mujer (VAWA). El Presidente Bill Clinton firmó esta ley en 1994, la cual protege a víctimas de violencia doméstica, agresión sexual, violación o cualquier delito que cause abusos físicos o mentales por parte de un familiar y/o cónyugue estadounidense o residente permanente.
Las sobrevivientes también se pueden beneficiar de las Visas-U, que son “un incentive para que la gente reporte y coopere con el enjuicimiento de un crimen”, explica Sara Behmerwohld, directora del programa de apoyo legal en Human Options, una organización con base en Irvine que ofrece servicios para víctimas de violencia doméstica.
Ambos alivios migratorios ofrecen un permiso de trabajo, algunos derechos a beneficios públicos y un camino a la ciudadanía para víctima y sus hijos menores de edad.
Behmerwohld dice que las solicitudes de alivio migratorio bajo VAWA y Visas-U “cayeron rápida y de manera precipitada” bajo la Administración Trump debido al miedo generalizado entre los inmigrantes indocumentados.
De acuerdo con cifras del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (USCIS), las solicitudes de VAWA aumentaron de 9,400 en el Año Fiscal 2016 a 14,900 en el Año Fiscal 2020.
Las peticiones de Visa-U sí se redujeron de 61,700 en el Año Fiscal 2017 a 36,200 en el Año Fiscal 2020.
Behmerwohld atribuye este descenso al cambio en consecuencias para los solicitantes.
“Antes, si tu solicitabas una Visa-U y no tenías éxito, no pasaba nada. Pero bajo la Administración Trump si presentabas una solicitud y fallabas, eras remitido para la remoción”, explica la abogada.
Las cosas han cambiado bajo la presidencia de Biden, pero nada garantiza que una solicitud de VAWA o Visa-U vaya a tener éxito.
Las víctimas, dice Behmerwohld, deben mostrar prueba del abuso, respaldándose con reportes de la policía o cualquier otro contacto con las autoridades, así como fotografías o videos. En el caso de Guzmán, ella produjo llamadas telefónicas que grabó donde su esposo supuestamente amenazaba con matarla.
“Fue todo lo que necesitaban oir”, dice.
El proceso también puede tardarse, tomando desde seis meses hasta cinco años para que una víctima obtenga un permiso de trabajo. Estados Unidos solo ofrece 10,000 Visas-U cada año. Además, hay 200,000 personas esperando este alivio.
Pero la espera vale la pena.
Guzmán acaba de convertirse en ciudadana estadounidense y el alivio también benefició a su hijo de 28 años.
“Yo quería proteger a mi hijo”, dice.
Guzman just became a U.S. citizen and the benefit also extended to her 28-year-old son.
“I wanted to protect my son,” she says.
Después de mucha terapia, Guzmán dice que “aprendí a quererme”.
Sin embargo, el abuso en los dos matrimonios la han marcado.
Admite que “sigo teniendo miedo”.
Es por esto que huye de cualquier relación que empiece a tornarse seria.
“Puedo salir en una cita, pero en cuanto veo que hay una flor de por medio, no me vuelven a ver”, dice.
Considera que esto se debe al “miedo a perder la libertad, de que alguien te va a gritar o golpear”.
Tampoco puede ver telenovelas o películas donde las mujeres sean golpeadas o abusadas “porque empiezo a temblar y con nauseas”.
“Son heridas que quedan muy profundas,” dice Guzmán.
Francisco Castro reportó este artículo como participante del Fondo 2021 de Reportajes de Impacto de la Violencia Doméstica en el Centro Annenberg de Periodismo sobre Salud de la USC.
RECURSOS
Human Options
(949) 737-5242
EN CIFRAS
Solicitudes de VAWA
- Año Fiscal 2016 9,400
- Año Fiscal 2017 11,400
- Año Fiscal 2018 12,800
- Año Fiscal 2019 13,900
- Año Fiscal 2020 14,900
Solicitudes de Visas-U
- Año Fiscal 2016 60,700
- Año Fiscal 2017 61,700
- Año Fiscal 2018 58,700
- Año Fiscal 2019 48,000
- Año Fiscal 2020 36,200
Fuente: USCIS
[This story was originally published by Excélsior California.]